Entré a la oscura biblioteca,
iluminada tenuemente por las luces de emergencia, caminé lentamente esperando a
que mis ojos se ajustaran a la escasa luz.
La biblioteca se erguía impresionante,
siete pisos de estanterías que sostenían miles de libros. Pisos cubiertos de
una alfombra guinda que a penas y era visible en la oscuridad, decenas de mesas
y sillas se encontraban en el centro de la enorme sala para que los visitantes
pudiesen disfrutar los libros.
En el tercer piso se encontraban algunos cubículos,
donde la gente podía entrar a leer en privacidad, en el quinto cubículo de la
izquierda descansaba un solo libro, olvidado ahí por mi.
Mientras caminaba por la
oscuridad recordé las historias que contaban de la biblioteca, de como un niña
se aparecía por las noches. La historia contaba que un viejo maestro había un día
traído a su pequeña hija un día a la biblioteca de la universidad y la había dejado
esperando mientras el terminaba de leer unos libros que estaba investigando. La
niña aburrida caminaba por la biblioteca buscando como entretenerse, hasta que
en el cuarto piso de la biblioteca encontró un libro rosa con un castillo en el
dorso.
El libro estaba en lo mas alto de
la estantería, y la niña sin que nadie la detuviera trepo a lo más alto de la estantería
buscando el libro, pero antes de que pudiera alcanzarla la estantería se comenzó
a inclinar, desplomándose sobre el barandal dejando que la pequeña niña callera
hasta el primer piso, justo en seguida de donde su padre se encontraba leyendo.
Desde entonces se aparece en la biblioteca, buscando quien la entretenga.
Esa historia me la contaron la
primera vez que me toco el turno de la tarde en la biblioteca, y durante los 3
meses que trabaje en ese turno jamás oí ni vi nada.
Antes de llegar a la escalera
sentí una brisa correr por todo el pasillo, supuse que alguien había dejado el
aire acondicionado funcionando, mientras subía empecé a oír ruidos. Risas,
pasos e incluso el desplomarse de un par de libros.
Por un momento pensé que alguien
más se encontraba en la biblioteca, incluso pregunte en voz alta si alguien se
encontraba por ahí. El silencio volvió y yo seguí caminando. Antes de llegar al
segundo piso, sentí un roce en mi espalda, de inmediato me voltee sin ver a
nadie.
Caminando mas rápido me dirigí a
las escaleras que llevaban al tercer piso, al subir esas escaleras sentí como
alguien me empujaba hacia adelante. De nuevo me volví de inmediato y no encontré
a nadie.
Esta vez corrí hacia el cubículo donde
había dejado el libro, al intentar abrir la puerta me di cuenta que esta estaba
cerrada. Lo cual es imposible pues los cubículos no tienen cerrojos. Una risa
se oyo del otro lado de la puerta, mientras una mano se mostraba en el vidrio
de esta.
En ese momento deje de estar
agitado y empecé a sentirme muy asustado, y corrí al primer piso olvidando de
una vez por todas el libro. Antes de llegar al primer piso sentí de nuevo un empujón,
pero en mi apuro este me hizo tropezar y caer un par de escalones hasta el
suelo en el primer piso, ahí vi decenas de libros caer de sus estanterías. Mientras
la risa se oía fuertemente creando un gran eco por la biblioteca.
De pronto los libros dejaron de
caer y la risa se detuvo.
En el silencio me puse de pie, me
encontraba muy desorientando tarde un
poco en encontrar la puerta de salida. Antes de salir vi a un hombre parado en
la primera estantería recogiendo los libros.
Este me miro y me dijo “tienes
que disculparla, solo quiere jugar” señalando la primera mesa. Por instinto me volví
a ver la mesa donde estaba solitaria silla vacía acomodada y un gran libro rosa
frente a ella.
El hombre siguió acomodando los
libros y al volverse revelo en su sien izquierda un agujero del tamaño de un
pulgar manchado de sangre. Tarde un segundo en recobrar el sentido y seguir
corriendo.
El día siguiente renuncie a mi
trabajo en la biblioteca…por teléfono.