Hace un tiempo conocí a una chica, por una razón o por otra
la encontré sin querer encontrarla. Me sonrió, quizás reía conmigo quizás de mí,
pero sonrió. Era graciosa e insegura, inteligente y distraída, creía no saber
nada y sabía que no todo se debe creer.
Era bella, no como modelo de revista pero perfectamente
imperfecta como alguien que podría existir en realidad. Era no muy alta y no
muy esbelta, pero su figura hacia voltear un par de cabezas, las cabezas con
buen gusto por lo menos.
Sonreía cuando yo hablaba y hablaba cuando yo callaba, era
de preguntas inteligentes y dudas brillantes, era una pequeña joya esperando a
ser pulida por la vida. Tenía tantos defectos como alguien puede tener, toda
joya debe tener defectos de ser real y no una simple fabricación artificial.
Me miraba sin parpadear, me pregunto si quería algo
disimular, la verdad jamás supe su mirada interpretar pues sus ojos parecían no
querer confesar lo que su mente decidía ocultar.
Y hoy la chica no está, dejándome con tantas dudas y con las
ganas de invitarla a pasear…
