sábado, 3 de octubre de 2009

Take it to the limit

Ayer fui a ver el tributo a las águilas, muy bien acompañado debo agregar, y entre el público puedo ver a cerca de unas 600 personas que están disfrutando la música, no les importa la llovizna, la falta de asientos ni siquiera el sonoro rugir de los automóviles jugando arrancones a unos 200 metros de donde tocan los músicos.

Obviamente la mayoría del público son hombres y mujeres mayores, que conocieron a las águilas en su juventud que oyeron el "hotel California" cuando aun no era la canción legendaria que todos conocemos y nos sabemos. Estas personas se sabían las letras, las recordaban de su juventud cuando la oían en sus radios o en sus cintas de 8 tracks. Para ellos no solo fue un concierto, fue una experiencia parecida a una máquina del tiempo, podría imaginarme.

Otra buena parte de la audiencia éramos jóvenes, que no conocimos a las águilas cuando iban comenzando, no pudimos sentir esa emoción esperar a que saliera el nuevo disco y oírlo por primera vez descubriendo joyas como desperado o Witchy woman. No, nosotros los conocimos por nuestros padres o en la selección de éxitos de los 70´s y 80's. Pero también estábamos ahí, escuchándolos y disfrutando la buena música.

Ahora el motivo de esta recapitulación es para contarles lo que pude ver en este concierto, algo que me llamo mucho la atención. Cuando ya estaba entrado el concierto y ya eran algunas las cervezas (no para mí, yo conduje, pero para el público en general), un par de hombres de unos 40-45 años se pusieron de pie y comenzaron a bailar de manera más que nada torpe y un poco incomoda (especialmente para sus esposas, que los acompañaban), pero a estos hombres no les importó, ellos siguieron bailando acompañados por la música y las risas de más de un par de personas del público.

No tardo en llegar una guardia de seguridad para pedirles que se sentaran, pues había gente detrás de ellos. Los cuarentones bailarines se reusaron y la gente empezó a marcar su cariño por los señores gritándole a la guardia que se retirara pues ella con su voluminosa humanidad estorbaba más que los alegres hombres.

La mujer no tardo en abandonar la zona derrotada por el apoyo del público por los buenos y divertidos bailarines alcoholizados. Siguieron bailando hasta que los años, les pesaron tanto que se tuvieron que sentar y tomarse otra cervecita.

Mi punto a todo esto es que no solo la gente se identificaba con las añoranzas de los hombres que bailaban, si no que, ellos ignoraban las risas de algunas personas y solo disfrutaban la música. Solo existía la música para este par de alegres hombres, ni había carreras a unos metros, ni llovizna, ni esposa con el seño fruncido preguntándose por que su esposo no dejaba de avergonzarla, solo había música.

Yo espero aprender a disfrutar la música así, o por lo menos poder seguir divirtiéndome asi cuando tenga su edad.

Nos vemos, y les dejo música de la bonita.

1 comentario:

anne dijo...

las aaaguilas .. como que te la pasast bien (Y) a mi nunca me han gustado sabes... y la del hotel california me pone verde cuando la oigo.. pero en fiin :) el bueno aqui eres tu... soo wazuup cuando vas a subir un poemita por ahi? tengo muchas ideas para ti...(6) jajajajjajajaa... nomas no me vayas a batear xD buenoe dgar que estes bieen un beso chauuu

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